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«Tú antes molabas»

hans topo bart simpson

Es, quizá, uno de los mensajes que más rabia puede dar a un creador de contenido. Un «Tú antes molabas» en todas sus formas. «Tu programa me gustaba más antes». «Ya no es lo que era». «Era mejor cuando hacías nosequé». «Estás perdiendo el rumbo». «Por favor, no cambies.»

¿Recordáis cuando, hace años, hablábamos de los medios de comunicación en sentido unidireccional y lo importante que sería poder recibir retroalimentación de la audiencia en tiempo real? Cuando salir en la tele o en la radio era un acontecimiento único en la vida por la poca oferta disponible y porque eran lugares donde lo que se decía pasaba a sentar cátedra. Todos (a partir de cierta edad) hemos usado las frases «lo han dicho en la tele» o «lo han dicho en la radio». El tiempo ha pasado y ya no sólo tenemos infinidad de canales de televisión y emisoras de radio, sino que cualquier persona dispone de un altavoz si lo desea en forma de blog, canal de Youtube, podcast o redes sociales.

Gracias a estas últimas, la comunicación bidireccional ya es posible. A tiempo real. Esto ha llevado a que la participación de la audiencia en los medios de comunicación haya crecido mucho. Tanto que, en algunos momentos, ha resultado excesiva, como bien ha criticado en ocasiones Radiochips en su blog («Los oyentes no somos guionistas«).

Junto a la capacidad de participar en su programa favorito, los oyentes también tienen la opción de criticar los formatos que escuchan. De nuevo, en tiempo real. Hace años, la molestia de escribir una carta, buscar la dirección, pagar un sello y bajar al buzón resultaba una barrera lo suficientemente grande como para que sólo escribieras a tu programa favorito si algo te hacía mucha ilusión. No se hacía, habitualmente, para enviar comentarios negativos. Esa dificultad ha desaparecido. Ahora, con un comentario en el perfil del programa en tu red social favorita, o con un mail de por medio, tienes la posibilidad de hacer llegar tu opinión a los creadores sin moverte del lugar.

Y doy fe de que hay mucha gente que hace uso de esta posibilidad a la menor oportunidad.

Llevo ya casi cinco años formando parte del podcast La Escóbula de la Brújula. Casi cuatro años presentándolo, lo que supuso quizá el mayor cambio en la historia de un programa que se fundó en 2013. Camino de una década de vida que ha dado para mucho: Varios saltos de emisora / plataforma, cambios de formato, nombres y voces que han entrado y salido del programa, ideas que se han probado con mayor o menor éxito y fases en las que el programa ha cambiado de identidad. Las bases son parecidas desde el inicio, pero el tiempo pasa y todo cambia.

Y las variaciones no siempre gustan a todo el mundo. De hecho, la radio es una disciplina en la que la audiencia es poco receptiva a los cambios. Nos gusta nuestro programa favorito, nuestro locutor favorito, nuestra sección favorita y esa sintonía que nos hace sentirnos como en casa. Y que no me la toquen. Que no me la quiten. Como si quisiéramos detener el tiempo, una foto fija de un lugar, momento y sensación concretos, y encerrarlos en una jaula dentro de nuestra memoria para siempre.

Pero las cosas no funcionan así.

Todos cambiamos con el paso del tiempo. Nuestros gustos, nuestros intereses, nuestras aficiones. Nuestras rutinas. Nuestros programas, películas, canciones y podcasts favoritos. Esto es aplicable no sólo a los consumidores, sino también a los creadores de contenidos. Escritores, guionistas, cineastas, cantantes, locutores de radio y televisión. Nos cansamos de hacer las mismas cosas periódicamente, de seguir siempre los mismos caminos. Queremos conocer mundos nuevos y adentrarnos en otras aventuras que no habíamos probado anteriormente. Y tomar esas decisiones siempre implica dejar algo o alguien atrás.

También a ciertos oyentes.

En este proceso artístico, creativo y vital llega ese tipo de mensajes que tanta rabia da leer. «El programa era mejor antes.» «¿Por qué dejaste de hacer tal cosa?» «Ese colaborador no encaja en el programa.» «Si esto sigue así, me has perdido como oyente.» O el mejor de todos: «Se ha perdido la esencia del programa.»

Y aquí cabría preguntarse quién es el guardián de esa esencia del programa. Dónde estaba escondida, quién era el responsable de su custodia, y por qué se ha permitido el extravío. Quizá dicha esencia nunca existió, como un Santo Grial del que todo el mundo habla pero nadie sabe dónde está. O la teoría más probable: La esencia no está en manos de la audiencia, sino del creador. Convendría pensar en ello.

Decía Heráclito que no es posible que un hombre cruce el mismo río dos veces porque ni el hombre ni las aguas serán los mismos. Aplicado a nuestro mundillo, ni hay dos ediciones de un programa iguales, ni dos contenidos iguales, ni dos locutores iguales ni dos oyentes iguales. De hecho, ni el oyente ni el locutor serán los mismos con el paso del tiempo. Habrán cambiado. Con suerte, habrán evolucionado en gustos e intereses. Y en ese proceso, podrán seguir compartiendo inquietudes… O no.

Y no pasaría nada.

«Tú antes molabas». Quizá siga molando, pero no a ti. Quizá nunca lo hizo, pero a ti te resultaba simpático. El cliente siempre tiene la razón hasta que deja de tenerla. Y un proyecto comunicativo nace gracias a la necesidad que alguien tiene de contar, aprender o compartir algo. Es algo que un creador siempre debe tener presente. De hecho, he perdido la cuenta de cuántos «tú antes molabas» he leído en La Escóbula en los últimos años. Y seguimos en marcha. Es imposible contentar los gustos y preferencias de cientos de miles de seguidores en cada momento. No se puede fingir lo que uno no es. Como querer seguir siendo joven, ponerte una gorra hacia atrás y querer seguir molando. Intentar satisfacer a todos tus oyentes, uno a uno, sería una completa locura. El final de cualquier proyecto.

Y quizá el oyente tenga razón. Quizá tú antes molabas. Todo tiene un final en la vida. Todo. Y si tú decidiste poner en marcha un podcast, guárdate la opción de decidir también cuándo le darás un final. Guste a quien guste, decepcione a quien decepcione. La primera persona a la que tienes que convencer es a ti. Ese es el primer paso, siempre.

1 thought on “«Tú antes molabas»”

  1. Muy de acuerdo contigo, Fran. Lo primero es que el creador esté a gusto con lo que hace. Cuando hay esfuerzo, cariño y pasión por ello, el público lo nota. Internet ha traído muchas cosas buenas, pero evidentemente también malas… Se ha convertido en un altavoz para los haters y críticos destructivos, pero no hay que olvidar que siempre hay un público agradecido que se ve silenciado por los otros, los que hacen más ruido. En vuestro caso, con la Escóbula, no puedo dejar de agradeceros todo lo que aprendo y descubro con vosotros semana tras semana. Hay episodios que por temática pueden conectar más conmigo, otros que menos, pero lo que es innegable es que siempre hay algo interesante que descubrir. Y con el plantel de colaboradores que tenéis, tan variopinto, si hay algo que sobra es creatividad y espontaneidad. Sólo puedo decir que sigáis haciendo lo que os gusta y que sigáis experimentando, ¡seguiremos estando ahí para escucharos! 🙂

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